- Puedes contar conmigo en cualquier momento
- Créeme: Comprendo lo que sientes.
- Por favor, compartamos mi alegría.
- Permiteme participar de tu tristeza.
- Seguridad
- Protección
- Confianza
- Pertenencia
- Fortaleza
- Curación
- Aprecio
- Felicidad
- Celebración.
Publicamos material para educadores y maestros ¡GRATIS! en este blog puede ayudar al desempeño y conocimiento de maestros y padres en la educación de los pequeños. Es importante aclarar que lo publicado en este sitio solo, son sugerencias y herramientas que cobraran vida a través de las planificaciones y desempeño creativo del rol docente.
La Mejor Maestra del Mundo
El primer día de clase, la maestra María les dijo a sus alumnos de quinto grado, que ella siempre trataba a todos por igual, que no tenía preferencias ni tampoco maltrataba ni despreciaba a nadie.
Muy pronto comprendió lo difícil que le iba a resultar cumplir sus palabras. Había tenido alumnos difíciles, pero nadie como Carlitos. Llegaba al colegio sucio, no hacía las tareas, pasaba todo el tiempo molestando o dormitando, era un verdadero dolor de cabeza. Un día no aguantó ya más y se dirigió a la dirección.
- Yo no soy maestra para soportar la impertinencia de un niño malcriado. Me niego a aceptarlo por más tiempo en mi clase. Ya casi son las vacaciones de Navidad, espero no verlo cuando volvamos en enero.
La directora la escuchó con atención, y sin decirle nada, revisó los archivos y puso en las manos de la maestra María el libro de vida de Carlitos. La maestra lo comenzó a leer por deber, sin convicción. Sin embargo, la lectura le fue arrugando el corazón:
La maestra de primer grado había escrito: “Carlitos es un niño muy brillante y amigable. Siempre tiene una sonrisa en los labios y todos le quieren mucho. Entrega sus trabajos a tiempo, es muy inteligente y aplicado. Es un placer tenerlo en mi clase”.
La maestra de segundo grado: “Carlitos es un alumno ejemplar con sus compañeros. Pero últimamente se encuentra triste porque su mamá padece una enfermedad incurable”
La maestra de tercero: “La muerte de su mamá ha sido un golpe insoportable. Ha perdido el interés en todo y se pasa el tiempo llorando. Su papá no se esfuerza en ayudarlo y parece muy violento. Creo que lo golpea.”
La maestra de cuarto: “Carlitos no demuestra interés alguno en clase. Vive cohibido y cuando intento ayudarle y preguntarle qué le pasa, se encierra en un mutismo desesperanzador. No tiene amigos y está cada vez más aislado y triste”
Por ser el último día de clase antes de las Navidades, todos los alumnos le llevaron a la maestra María unos hermosos regalos envueltos en fino y coloridos papeles. También Carlitos le llevó el suyo envuelto en una bolsa de papel. La maestra María fue abriendo los regalos de sus alumnos y cuando mostró el de Carlitos, todos los compañeros se echaron a reír al ver su contenido: un viejo brazalete al que le faltaban algunas piedras y un frasco de perfume casi vacío. Para cortar por lo sano con la risa de los alumnos, la maestra María se puso con gusto el brazalete y se echó unas gotas de perfume en cada una de las muñecas. Ese día, Carlitos se quedó el último al salir de clase y le dijo a su maestra: “maestra María, hoy usted huele como mi mamá”
Esa tarde, sola en su casa, la maestra María lloró un largo rato. Y decidió que en adelante, no solo iba a enseñar a sus alumnos lectura, escritura, matemáticas… sino sobre todo, que los iba a querer y les iba a educar el corazón. Cuando se reincorporaron a clase en enero, la maestra María llegó con el brazalete de la mamá de Carlitos y con unas gotas de perfume. La sonrisa de Carlitos fue toda una declaración de cariñoso agradecimiento. La siembra de atención y cariño de la maestra María fue fructificando en una cosecha creciente de aplicación y cambio de conducta de Carlitos. Poco a poco, fue volviendo a ser aquel niño aplicado y trabajador de sus primeros años de la escuela. Al final del curso, la maestra María le costaba cumplir sus palabras de que, para ella, todos los alumnos eran iguales, pues sentía una evidente predilección por Carlitos.
Pasaron los años, Carlitos se fue a continuar sus estudios en la universidad y la maestra Maria perdió contacto con él. Un día recibió una carta del doctor Carlos Altamira, en la que le comunicaba que había terminado con éxito sus estudios de medicina y que estaba a punto de casarse con una muchacha que había conocido en la universidad. En la carta le invitaba a la boda y le rogaba que fuera su madrina de boda.
El día de la boda, la maestra María volvió a ponerse el brazalete sin piedras y el perfume de la mamá de Carlitos. Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Doctor Altamira le dijo al oído: “Todo se lo debo a usted, maestra María”. Ella, con lágrimas en los ojos, le respondió: “No, Carlitos, la cosa sucedió al revés, fuiste tú quien me salvaste a mí y me enseñaste la lección más importante de la vida, que ningún maestro había sido capaz de enseñarme en la universidad: me enseñaste a ser maestra”.
GRACIAS POR ENSEÑARME CON EL